jueves, 3 de abril de 2008

Un cuento para dormir

Da para más, so:
EDITO.

Había una vez tres músicos de un país muy, muy lejano llamado El Reino Unido de la Gran Bretaña y Gales del Norte. Ellos eran Brian, el hechicero de los azules y mágicos ojos, con su voz que convocaba tormentas; Stefan, el gigante amo de las cuerdas que hacía temblar la tierra con su baile gay gigante; y Steve, el fuerte y valiente héroe que lanzaba televisores malignos de las ventanas de hoteles encantados.

Los tres formaban un grupo singular, al que la gente llamaba Placebo. Con sus dones creaban melodías de gran poder que igual hacían gritar y llorar a quienes se dejaban hechizar por Brian, seducir por Stefan e impresionar por Steve.

Por un largo tiempo su música a muchos en el mundo conocido cautivó. Tenía el efecto de la flauta mágica, la que igual mandaba sobre ratas que sobre niños. Y su música estuvo bien por un tiempo, mientras el intelecto la regía y no la superstición.

Luego de años llegó un tiempo en que el talento de los tres luchaba con su fama. Sus temas carecían ya de misticismo, aunque se hallaban aún vestigios de lo que fue. La gente que los seguía comenzaba a desertar de su culto.

El encanto de la voz de Brian flaqueaba, aunque sus ojos se mantuvieran mágicos, azules. Y era él el lider del grupo. El baile de Stefan, aunque se mantenía sensual y provocativo, ya no arrancaba los mismos suspiros. Y la fuerza de Steve, quien luchaba contra aparatos malignos, empezó a decaer.

Entonces Steve los dejó, con la esperanza de llevar una vida feliz junto a su familia, por el tiempo que le quedara de vida. Placebo murió.

Cuenta la leyenda que Brian y Stefan tardaron milenios en encontrar un reemplazo eficaz para continuar creando música con poder, siempre esperando que la magia no muriera. Mas no se percataron de la realidad. Que Placebo no era más.

Y aunque sus caminos iban por rumbos separados, creando cada uno por su cuenta, se sabe que nunca dejaron de sentir amor entre ellos, camaradas, hermanos, esposos...

Stefan se acopló a la vida en un país de la Península Ibérica, donde los dragones hablan español.

Brian nunca abandonó el camino de la magia, practicando diversos hechizos que lo mantuvieran en la cima, aclamado y aplaudido, asegurándole un futuro prometedor a su pequeño hijo.

Placebo terminó. Su historia, en leyenda se convirtió. Pero queda el recuerdo de los días espléndidos, cuando cautivaban con sus melodías a los más especiales seres de las más difíciles ciudades.

Fin.

---[No cabe duda que este es un mes musical. Felicidades a Sofía]---

3 comentarios:

Max dijo...

Hola amigo de Pigku, yo llegue a escuchar algnas rolas de Placebo pero no estaban incluídas en mi bilbioteca musical jojo. En mi escuela había un tipo idéntico a Brian y por lo tanto el nombre Placebo era repetido dado ese sujeto... que cosas.

PD. jaja yo sé que el fanatismo exacerbado por Cher es muy joto pero no puedo ir en contra de mi raza jaja

Anónimo dijo...

que decir de placebo, sería mucho pero no acabaría, muchos recuerdos y de recuerdos no pasan.

saludos silver.

Sofía Reyes dijo...

En mi escuela también había un Molko!
Y Placebo jamás morirá, qué no conoces las bellas y dramáticas historias de los hermanos Grimm.