jueves, 24 de julio de 2008

Banco

Muy molestas son las filas del banco. Qué frustración más grande y qué alivio y qué extrañeza cuando, tras operaciones ajenas que nos parecen laaaargas con L (mayúscula), los cajeros realizan la nuestra a una velocidad que se nos antoja exagerada. Al menos a mí me pasa.

Ej.
Señor pelón pasa a la caja 1 dos turnos antes de mí.
Señora bigotona pasa a la caja 2 un turno antes de mí (¡Sigo yo!)
Señor pelón y señora bigotona son atendidos por los amables cajeros que atienden, respectivamente, las cajas 1 y 2 -que bien pueden ser las únicas o las únicas abiertas-.
El cajero de la caja 2 termina la operación de la señora bigotona. Señor pelón sigue en la caja 1.
Paso a la caja 2. El cajero realiza mi operación... un sello... desliza el documento por la impresora... ¡voilá! Acabó. ¡Presto!
Señor pelón sigue en la caja 1.

¿Por qué me da la impresión de que mis operaciones bancarias son realizadas con más velocidad?, ¿será que son muy simples?, ¿que no involucran mucho dinero? -chale-.

Y volviendo a lo de la fila: qué molesto es esperar. Pero qué divertido es ver a la señora bigotona hacer su coraje mañanero por la fila, que no se mueve. Y más aún verla caminar hacia la caja 1 para regañar al cajero por tardarse tanto. ¡Jajajajaja! Eso me hizo el día. Al menos la mañana. La fila.

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