No pude sino pararme de donde estaba para aprovechar este momento de lucidez.
Últimamente he tenido bastantes reflexiones en torno al tema de los
fresas.
¿Por qué los
fresas?
Pues, según logre ponerlo en palabras, aquí va:
*La siguiente construcción es una arbitrariedad mía y no debe tomarse como verdad, aún cuando la opinión propia coincida con mi postulado.El primer resultado que obtuve al buscar imágenes con la palabra
Fresa, fue este:
Lo cual era de esperarse. Ahora, al agregar
persona antes de
fresa, aparece la foto de
ella:
La imagen que ven, es la fotografía de una actriz de telenovelas de TV Azteca cuyo nombre ignoro, pero que recuerdo perfecto por interpretar el papel de una
boba niña nice.
Cabe mencionar que dicha imagen se encontraba adherida a un
blog. Wikipediando
fresa y luego solicitando la desambiguación, somos remitidos a
este artículo. Aclarar que ni el blog ni el artículo en cuestión fueron leídos por mí para la creación de esta entrada, eso lo haré después de explicar mi punto con mi particular percepción y estilo. Sois libres de consultar la Enciclopedia Libre o visitar el blog referido.
La cosa con los
fresas, según lo veo, es muy sencilla, bastante básica... algo elemental, si me lo preguntan, pero que igual muchas personas no podrían definir -quizá por falta de reflexión-.
Básicamente hablamos de gente bonita, arreglada -entiéndase en lo físico- y que habla como si tuviera -tan popular- una papa caliente en la boca. Arrastrando las vocales de cada palabra se puede decir mucho de uno.
Al
fresa, en esencia, se lo ve como una persona de posición económica buena, alguien adinerado cuya solvencia le permite darse lujos de casi cualquier tipo. El
fresa se adhiere a los máximos estilos en moda, a las tendencias y cualquier otra forma de frivolidad de esas que cuestan mucho y hacen que uno se vea -y se sienta- mejor. Pero hay más en ser
fresa que eso.
El estilo de vida de un
fresa, como se le percibe popularmente -no hablo de estudios ni resultados científicos- es uno libre de carencias y preocupaciones de las que aquejan a cualquier otra persona día a día: DINERO.
Para cubrir las necesidades básicas la gente gana dinero laborando en lo que sea que sepa o pueda hacer. Para darse lujos, es necesario ahorrar y eso a veces implica endeudarse. Pero para un
fresa, como se le percibe de forma casi general, estos asuntos son menesteres ajenos a su agenda diaria. Un
fresa no necesita conseguir dinero para alimentos, ropa y hogar, pues estos elementos -necesidades básicas- son una constante que se da por sentada.
Es lógico que se aspire a ser
fresa. Qué agradable ha de ser, según se vea, vivir sin pensar y preocuparse por lo que hay que comprar hoy, lo que se debe pagar mañana y lo que se viene en una semana. Qué padre darse gustos lujosos, comprar ropa cara, accesorios, joyería, autos, viajes y poder pavonearse con tales símbolos. Porque el lujo es un símbolo, según lo veo, de la despreocupación y la tranquilidad. La solvencia económica, sea cual sea su fuente, es la aspiración de muchos.
De lo anterior que uno se tope con personas a las que se califica en ocasiones de
nacos -en el sentido de malos actores-, posers o simple y sencillo: gente falsa.
¿Cuánto hemos oido hablar de las apariencias? Que si la gente aparenta algo que no es, tarde o temprano se quema... Bueno pues nos encontramos ante el tema máximo de las apariencias.
Entonces nos topamos con fulano o mengano que viste más o menos "bien", que habla arrastrando las vocales y que -no lo sabe ocultar- presume en cada esquina sus lujos, sus costumbres y el desdén que siente por lo barato, lo feo, lo vulgar. Nos encontramos frente a la gran y tan cotidiana cuestión de las apariencias.
Pero ahí les va: el
fresa, al que se le puede llamar
fresa y que quizá ni enterado está de tal adjetivo, es alguien que simple y sencillamente
vive bajo los estándares que conoce; pasa cada día actuando como aprendió, como le enseñaron; consume lo que le gusta, lo que está acostumbrado a consumir y si experimenta, lo hace con una emoción que sólo él/ella puede describir.
El fresa habla como fresa porque no conoce otro modo de hacerlo, porque le parece normal, correcto, deseable.
El
naco -retomando el significado correspondiente- pues lo forza todo. Esta persona alardea, se pavonea, cuenta sus peripecias
nice con una emoción tal que cae desenmascarada. Esta persona aspira a la vida del verdadero
fresa, para quien el lujo y el confort son y siempre han sido cosa de todos los días.
No digo que el naco en cuestión no pueda ser una persona adinerada, de una posición acomodada, pero es muy probable que ese no fuera su estilo de vida cotidiano; seguro es alguien que aprendió primero a vivir de una manera, para luego acceder a otro estrato. Aquí el
statu quo lo es todo y esta persona hará hasta lo imposible por mantenerlo y seguir pavoneándose. Pero caerá gorda, resultará molesta y será fácilmente descubierta y humillada por sus propias felonías.
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Francamente creo que he dicho todo cuanto pude. Quizá había ideas más claras, menos agresivas y un tanto fugaces rondándome, pero al momento del traspaso cerebro-blog se debieron perder o modificar.
Estén atentos a quienes pretenden, presumen y caen. No porque sean dañinos, sino porque no deben dejar pasar la oportunidad de humillarlos y devolverlos a su franca realidad.
Sí, adivinaron. Fue un reciente encuentro con ambos estados: el fresa y el naco lo que me inspiró para escribir esta dañina entrada... tan dañina como cualquier verdad incómoda que es dicha de un modo nada
polite.